FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

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AMADOR GARCIA: PAGO CON SU VIDA DESCUBRIR LA VERDAD

La verdad nunca se apaga

La columna vertebral de todo medio de comunicación la constituyen sus editoriales, es decir los principios y opiniones que sustentan y defienden sus editores. En el caso de “Oiga”, la sección editorial tuvo siempre una expresión clara y rotunda, no solo enjuiciando sino dando alternativas. La búsqueda de los ¿por qué? Siempre preocuparon a Igartua y sus colaboradores, sin dejar de lado –por supuesto- el ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿dónde? y ¿cuándo? que configuran al buen periodismo. Las palabras, como las promesas, suelen ser efímeras en boca de algunas personas; los editoriales de Oiga, en cambio, permanecen aún incólumes, vigentes, con la plenitud de su carga testimonial para incomodidad de muchos protagonistas de la escena política, porque si bien Igartua ya ha muerto su palabra aún vive.

sábado, 15 de agosto de 2009

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - POR QUE Y PARA QUE SEREMOS OPOSICIÓN - Revista Oiga

DESPUES de algunos momentos de explicable desconcierto, ya que nadie sospechó que el seguro triunfo aprista tendría características de avalancha, el nuevo presidente constitucional del Perú, Alan García, reconoció que, a pesar de su abrumadora mayoría tenía que someterse al requisito legal de la segunda vuelta, E hizo bien, porque los cantos de sirena que varios líderes apristas comenzaron a ensayar para sortear la "innecesaria nueva elección" no solo olvidaban que, con retorcimientos legales, se podía mancillar la legitimidad del nuevo régimen. También ponía al descubierto la proclividad aprista -que se decía ya superada- a imponer su voluntad por medio de la arbitrariedad de la mayoría. Eran cantos que parecían invitar al naufragio diciendo: si molesta la segunda vuelta -igual que ayer la libertad de prensa- basta una ley para quitarla del camino.

Por suerte para la salud de la democracia peruana, el candidato triunfante entendió que su legitimidad debe ser intachable y que eso de que la mayoría hace la ley como le viene en gana tiene tufillo fascista y no aroma democrático.

Comienza, pues, el nuevo presidente a confrontarse con hechos políticos que tomarán el curso que él les dicte con sus decisiones. Y, dentro de nuestra modesta condición de testigos críticos de nuestro tiempo, comienza para OIGA su tarea de oposición. Una tarea para la que no reclamamos ventaja alguna. Por lo pronto, no tenemos reparo en insistir que la libertad de prensa no es impunidad para el delito y en recordar que el presidente Belaúnde no debe enorgullecerse de sus lavadas de mano cada vez que las instituciones que él representa como presidente de la República han sido injuriadas, difamadas, calumniadas por la prensa. La reacción de la autoridad frente al delito no es facultativa. Su deber su obligación insoslayable es perseguirlo. Actuar contrariamente es hacerse agente del desorden; es debilitar la autoridad del gobierno, fuente de la tranquilidad pública; es vulnerar la seguridad jurídica de la nación, que es elemento esencial de todo estado de derecho.

Pero tampoco se entienda la necesaria severidad de las autoridades como impedimento para que el periodista diga su verdad, para que nos atemoricemos y callemos, por ejemplo, los yerros, los gruesos yerros del doctor Alan García en sus recientes declaraciones a los periodistas extranjeros. Es verdad que han sido opiniones no de un presidente sino de un candidato que aún debe pasar por el formulismo de la segunda vuelta; pero no deja de alarmar la ligereza como el doctor Alan García quiere saltarse al FMI -como si no fuera éste un organismo internacional legalmente constituido y del que el Perú es parte- no deja de preocupar que el próximo presidente peruano no se haya percatado que uno de sus más importantes interlocutores dentro de algunas semanas será no el imperialismo norteamericano -contra el que pudo despotricar impunemente si quería y no lo hizo, sino la administración norteamericana, a la que sí vistió de todos los colores y por último, gratuitamente, como si el Perú no estuviera en una situación de mírame y no me toques, el doctor Alan García, se pronuncia a favor del gobierno nada democrático de Nicaragua y promete hacemos ingresar al fangoso terreno de Contadora.

En esa conferencia, Alan García pareció iniciarse en la imitación del jefe del gobierno español, Felipe González, a quien no le faltan rudezas verbales contra EE.UU. y la propia administración yanqui. Pero olvidó nuestro presidente electo que, como contrapartida a la acidez de sus palabras, Felipe González ha adherido España a Europa Occidental, integrándola a la OTAN, y ha mantenido las bases norteamericanas en España y no es que el Perú deba tener las contrapartidas españolas -que no las tiene- ni que sea desaconsejable que los gobernantes latinoamericanos se acostumbren a hablar el idioma de la igualdad con su par norteamericano, sino que no hay peor táctica para lograr frutos positivos en un diálogo obligado con el vecino más fuerte que lanzarse a denostar de antemano y casi personalmente al futuro interlocutor.

Sí estuvo inspirado el líder aprista cuando en esa misma reunión con el periodismo extranjero que nos visita, se pronunció por un acuerdo latinoamericano para desterrar el armamentismo quién sabe el mayor freno para nuestro desarrollo y la causa principal de nuestras hambres y miserias.
Y ya que de oposición hablamos no estarían demás algunas reflexiones sobre la debacle electoral de los sectores de centro, con miras a prefigurar lo que será o debería ser la oposición no comunista en el próximo Parlamento.

Se dice con excesivo simplismo que de nada hubiera valido en estas elecciones un Frente Democrático Nacional al estilo del de 1945, porque la suma de los votos de AP y el CODE no alcanzan siquiera a la votación de la IU. No entienden estos observadores que las matemáticas políticas no son iguales a las otras. Y olvidan que algunos analistas, sobre todo OIGA, insistían en decir hace muchos meses que se necesitaba ALGO MAS que una alianza AP-PPC para intervenir con éxito en unas elecciones que se producirían con tremenda marejada contraria al continuismo del régimen.

Ese ALGO MAS le hubiera dado una dinámica distinta al proceso y sus resultados hubieran sido totalmente distintos. Ese ALGO MAS, como dijimos, no sólo significaba que ningún sector político podía ser excluido y que debía encabezar la fórmula presidencial una figura ajena por completo a los partidos que habían hecho o estaban haciendo gobierno, sino también entender que el fracaso político del régimen era producto, además de la crisis económica de la desadaptación de los hombres del gobierno a la nueva realidad nacional. Al retomar el poder, los triunfadores de las elecciones de 1980 no quisieron admitir, no captaron que se habían producido en el país cambios muy profundos en lo social y lo político y que las inquietudes de los militares revolucionarios no habían dejado de aportar -aparte de sus torpezas- nuevas y fecundas concepciones sobre la peruanidad y su destino. No les dio la gana de aceptar que el Perú al que volvían era otro con mayores sensibilidades, con más inquietud política, con más altas aspiraciones y con un concepto distinto de las obligaciones y derechos ciudadano. El diálogo que se estableció entre gobierno y gobernados fue un diálogo de sordos. Y el resultado de este gigantesco desajuste está a la vista. Reanudar ese diálogo con el pueblo en términos actualizados, con puesta al día de ideas y actitudes, es la tarea de la oposición no comunista que se ha de ir formando en los próximos años.

Es tarea para jóvenes y para viejos con alma joven. Los que crean que el pasado puede volver están demás, sobran. Lo que no quiere decir que haya que enterrar a los partidos derrotados el 14 de abril. No, de esas cenizas deberá surgir un nuevo día para la democracia, entendida como libertad y como justicia a la vez. Sin orden ni disciplina en el llano, sin partidos, el orden y la disciplina en el gobierno de mañana será una ilusión.

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